lunes, 12 de septiembre de 2011

La moral de Salustio

El romano Salustio (nació en la población sabina de Amiterno) nos ha dejado algunas reflexiones morales en su corta obra "Conjuración de Catilina". Que yo sepa la primera traducción al castellano fue obra del ilustrado Pérez Bayer y de Gabriel de Borbón, este hermano del rey español (y antes de Nápoles) Carlos III.
Yo simpatizo con Salustio por varias razones: una de ellas es que era de familia plebeya y no obstante alcanzó puestos políticos que más cabe atribuir a su mérito y capacidad (cuestor, tribuno de la plebe y senador, aunque sería expulsado del Senado, lo que hoy podemos considerar como un honor). En segundo lugar porque se opuso al aristócrata Cicerón, que amén sus capacidades intelectuales y oratorias defendió los intereses oligárquicos de su época.
Salustio llegó a ser "proconsul cum imperio" en Numidia, lo que le permitió conocer las circunstancias de aquel reino y luego escribir su obra "Guerra de Yugusta". En el ejercicio de este puesto fue acusado de concusión, aunque no está probado que en beneficio propio.
En tercer lugar simpatizo con Salustio porque supo retirarse de la política activa a tiempo, una vez que César fue asesinado, aunque puede que las circunstancias ya no le fuesen favorables. No obstante tenía entonces Salustio 43 años, muriendo diez años más tarde.
Alaba los tiempos antiguos en los que "pasaban los hombres la vida sin codicia" (seguramente no existieron estos tiempos, salvo en época prehistórica, pero lo cierto es que nuestro autor alaba esa forma de vida). "El nervio de la guerra es el ingenio" añade en su "Conjuración de Catilina", "y la verdad si los reyes y generales hiciesen tanto uso de él tanto en tiempo de paz como en la guerra...", incurriendo luego en una ingenuidad que la historia nos ha demostrado: "el mando facilmente se conserva por las virtudes mismas".
Como escritor e historiador nos da una lección con esta frase: "...me parece sin embargo muy difícil escribir bien una historia; ya porque para esto es menester que las palabras igualen a los hechos... Yo, pues, en mis principios, siendo mozuelo, me trasladé, como otros muchos, del estudio a los negocios públicos, donde hallé mil cosas que me repugnaban", y es sincero cuando dice "mi tierna edad cercada de tantos vicios se dejó corromper y apoderar de la ambición".
Se muestra como un historiador moderno cuando dice que prefiere "escribir la historia del Pueblo romano, no seguidamente, sino eligiendo esta o aquella parte, según me pareciese más digna de contarse; tanto más, que yo nada esperaba ni temía, y que me hallaba del todo libre de partido". Creo que estas palabras encierran una buena lección, quizá sin que Salustio lo pretendiese.
Luego pone a caer de un burro a Catilina, lo que está en la lógica de la época, sabiendo no obstante que el siglo I antes de Cristo fue el de la ilegalidad en la República romana.

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