jueves, 29 de diciembre de 2011

Costumbres de los espartanos


Por mucho que se hable de la democracia ateniense, lo cierto es que si por democracia entendemos la propensión a la igualdad entre unos y otros, los espartanos tuvieron un régimen más parecido a éste que las demás poleis griegas, incluida Atenas, si bien los regímenes evolucionaron en unas y otras. A un espartano al que en cierta ocasión se le demandó que estableciese la democracia, contestó: "establece tú primero democracia en tu casa". Ciertamente: las democracias actuales se han formado a partir de un régimen legal que luego ha intentado ir penetrando en la vida de las personas. Parece que la "democracia" espartana se había formado a partir de cada uno, de cada tribu, para luego extenderse al conjunto.

El Senado lacedemonio fue creación, al parecer, de Licurgo, concebido como una institución a medio camino entre la tiranía a la que propendían los reyes y la democracia a la que tendía la población. Plutarco nos habla de que los lacedemonios "en los reyes no advertían que se diferenciasen en otra cosa del vulgo que en el nombre y los honorres...", luego si esto es así existió entre los primeros espartanos una idea de que los habitantes partían de una igualdad que solo el honor concedido a dos (la diarquía de reyes) rompía. El rey Arquelao, que reinó con Carilao (si es que estos personajes son históricos) se expresaría en una ocasión de esta manera: ¿Cómo no ha de ser buen hombre Carilao, cuando ni siquiera para los malvados es áspero? Que las tradiciones hayan dejado frases como esta denota una cierta igualdad no solo entre los reyes, sino que estos no fueron, en general, déspotas con los espartanos. 

Aquel Senado del que hablábamos estaba compuesto por treinta individuos, pero dos de ellos, al parecer, eran los reyes de cada momento; luego no hubo una gran distinción entre lo que hoy llamaríamos el poder ejecutivo y el legislativo. El resto de la población estuvo organizada en tribus y en centurias, lo que no será exclusivo de Esparta, existiendo una gran solidaridad entre los miembros de cada una de ellas y de ellas entre sí. Estas tribus y centurias celebraban reuniones populares, hasta que cierto cambio de régimen parece haber inclinado la balanza a favor de los reyes. Todo lo dicho no quiere decir que no hubiese oligarquía en Esparta, pero siempre fue considerada "inmoderada y demasiado fuerte, hinchada y ambiciosa", lo que mantuvo a la población ojo avizor para que dichos excesos no sobrapasasen ciertos límites. Obviamente, la ocupación ancestral del territorio hizo a unos más ricos que a otros, pero el reparto de tierra siempre estuvo en la legislación espartana, así como la distinción entre lo útil (que se alababa) y lo inútil (que se despreciaba) siendo inútil para aquella civilización, por ejemplo, el arte. Ahora nos puede parecer esto una monstruosidad, pero teniendo en cuenta que el arte ha estado casi siempre al servicio de los poderosos, ya como arma de propaganda, ya como deleite para unos pocos, ese desprecio por lo que no tiene una utilidad inmediata puede ser tenido también como virtud, solo desde el punto de vista expuesto.

Ya desde el principio los espartanos celebraban banquetes comunitarios donde nadie se distinguía por su mayor riqueza o importancia, siendo mal visto no asistir a ellos y estando reguladas las excepciones, y esto para que nadie pudiese comer en su propia casa aquello que le separase del común, "engordando en tinieblas como los animales insaciables". Esto tiene mucho que ver con aquella organización tribal y centurial, con un clima mediterráneo benigno que permitia relizar casi todas las actividades al aire libre. Teofrasto habla de banquetes sobrios, haciendo bueno el dicho de que "cuantas ciudades hay debajo del sol, solo en Esparta se conserva Pluto ciego". Siendo Pluto el dios de las riquezas, su ceguera le haría en buena medida inútil. Ese desprecio por la riqueza -que no fue general- y que estuvo más en la mente de los legisladores que en el común de las personas, dice mucho de aquella civilización tan denostada por la historiografía a lo largo de los tiempos. (Abajo, teatro de la acópolis de Esparta)


Los banquetes eran ocasión para la amistad y concordia (fidicia), donde cada uno aportaba algo: harina, vino, queso, higos, caza y algún dinero para comprar lo que nadie tenía en suficiencia. En estos banquetes había burlas entre unos y otros, pero se tenía en despreciable no saberlas sufrir con alegría, mientras los comensales degustaban uno de los platos más comunes, el caldo negro, siendo costumbre que los ancianos, más habituados a los sacrificios, dejasen la carne para los jóvenes, que aprendían así lo que les esperaba en su vejez. Dicho caldo no debía ser gran cosa gastronómicamente hablando, pues las fuentes antiguas hablan de que un rey del Ponto mandó venir a un cocinero lacedemonio para que se lo preparase, y quejándose del sabor, el cocinero le contestó: ¡Oh señor, para que guste este caldo es menester bañarse en el Eurotas!, es decir, ser espartano.

Las leyes no estaban escritas, sino que salían de la tradición, y la mujer jugaba un papel diferenciado del hombre, pero muy apreciado, ya que de ellas dependía la supervivencia de la ciudad mientras los hombres estaban ausentes en la guerra. Los legisladores acostumbraron a las mujeres a estar desnudas cuando fuese menester, en presencia de todos, de igual forma que los hombres, y en tal asunto no se veía lascivia o impudor, sino igualdad de trato. Gorgo, mujer de Leónidas, fue preguntada -presuntamente- en una ocasión por una extranjera: ¡Cómo vosotras solas las Espartanas domináis a los hombres! También nosotras solas -respondíó Gorgo- parimos hombres. Una feminista actual haría suya esta respuesta. 

El matrimonio era de lo menos convencional para nuestro punto de vista, "porque el marido anciano de una mujer moza, si había algún joven gracioso y bueno a quien tratara y de quien se agradase, podía introducirlo con su mujer, y mejorando de casta, hacer propio lo que así se procrease". También un hombre podía persuadir a otro que tenía una mujer a la que admiraba y gustaba el primero "que le consintiese gozar para tener en ella, como en un terreno recomendable por sus bellos frutos, hijos generosos, que fuesen semejantes y parientes de otros como ellos". No existía en Esparta la maldad del adulterio, al menos según las informaciones que nos han llegado de los autores grecolatinos.

 La educación de los hijos de los jóvenes -esto se sabe bien pues se ha divulgado mucho- se hacía con dureza y sobriedad de costumbres. Si un niño nacía degenerado y monstruoso, "mandaban llevarle a las que se llaman apotetas o expositorios, lugar profundo junto al Taigeto (una montaña del Peloponeso). Muchos de otras partes -dice Plutarco- compraban para sus hijos amas lacedemonias", y Amicla crió al ateniense Alcibíades. Los niños y jóvenes, de las letras no aprendían más que lo preciso (ya hemos hablado del desprecio por el arte y lo que consideraban inútil).

Lo que decimos no está reñido con los conflictos, que los hubo como en toda sociedad. Apropiarse de lo ajeno no era mal visto, pues se trataba de poner a prueba la sagacidad del ladrón. Se cuenta que un muchacho hurtó un zorrillo "y lo ocultó debajo de la ropa; y despedazándole éste el vientre con las uñas y con los dientes, aguantó y se dejó morir por no ser descubierto". Para nosotros esto no tiene sentido, a no ser que valoremos el amor propio que el muchacho tuvo, suponiendo que el hecho se produjera realmente. Lo importante es que las lecciones de estas leyendas se valoraban. El mundo de los afectos abarcaba, como en toda época, la homosexualidad, aunque en Esparta no estaba reprimida: "que aún las mujeres de mayor opinión de bondad tenían doncellas a quienes amaban" y así mismo los varones entre sí..

Los espartanos valoraban la prudencia en el hablar, de forma que no tanto los oradores y los retóricos, cuanto los hombres de acción y resueltos, tuvieron éxito. El rey Leónidas, en una ocasión, respondió a quien hablaba de temas importantes: huésped... hablas de lo que conviene como no conviene. Arquidámidas, como algunos censuraban al sofista Ecateo porque en un banquete no dijo palabra, señaló: el que sabe hablar... sabe también el cuando. Plixtonias el de Pausanias le dijo a un orador ateniense que había llamado ignorantes a los lacedemonios: muy bien dices... porque de los Griegos nosotros solos no hemos aprendido nada malo de vosotros. Un espartano que estaba de viaje vio que algunos eran llevados en sillas de manos y exclamó: no me dé Dios... que yo me siente donde no me ha de ser dado ceder el asiento a un anciano. Y con estas cosas conocidas por el resto de los griegos se llegó a decir que "más de Esparciata era el filosofar que el gustar de los ejercicios gimnásticos". Todo lo contrario de lo que se nos ha transmitido a nosotros sobre dichos esparciatas. (Abajo, campesinos dorios). 

Obviamente hubo desigualdades en Esparta: los mesenios constituían la muchedumbre de esclavos, pero no de manera distinta que en otras ciudades griegas como Corinto, Argos o Atenas. Cualquiera que consulte imágenes sobre el mundo espartado verá guerreros por todas partes. Nada más lejos de la realidad.






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