jueves, 22 de diciembre de 2011

¿La plaza más hermosa?

De las varias colinas donde se fueron asentando las primitivas aldeas que darían lugar a la ciudad de Roma, la Capitolina es una de las más altas. Los habitantes de aquellas aldeas construyeron sus casas de madera en lo alto de cada colina, pues las zonas bajas eran pantanosas e insalubres. A lo largo del tiempo esos pantanos fueron desecados y las aldeas pudieron ir uniéndose. 

Pero en el siglo XVI Roma era ya una gran ciudad con edificios notabilísimos que los papas de la centuria anterior se habían encargado de construir. También era una "gran cloaca" por la corrupción de sus clases dirigentes, los papas en primer lugar quizá, con lo que aquellas depresiones lacustres e infectas parece que se resistieran a desaparecer, ahora en el campo de la moral. Quizá fue Alejandro Farnesio el que encargó a Miguel Ángel la urbanización de la plaza que ahora se llama del Campidoglio, sobre la colina Capitolina, de grandes resonancias sagradas para la Roma antigua. El que sería papa Paulo III pertenecía a una nobilísima familia romana que tenía sus posesiones al norte del Lacio, en torno al lago Bolsena y en medio de los montes Volsinos. El paisaje es idílico pero también misteiroso, y debía serlo más en el siglo XVI, donde quienes penetraban en los lugares reservados eran los muy católicos y ricos Farnesio, mientras que los campesinos y carreteros se dedicaban a sus faenas en el campo, podando aquí, plantando allá, vigilando la coloración de las uvas en sus cepas, transportando hacia la ciudad y desde la ciudad hacia la mansión farnesina. Alejandro prosperó quizá por su capacidad política o por su sabiduría, pero puede que tuviera algo que ver que una hermana suya era amante del papa Alejandro VI. La hermana velaría así por el ascenso de su pariente. Luego éste llevaría a cabo un nepotismo que incluso escandalizó a los romanos, pues dió importantes cargos eclesiásticos a nietos suyos, aunque, eso sí, en un documento de 1537 prohibió la esclavización de los indígenas de la América que estaba siendo conquistada.


Miguel Ángel planificó una obra que no vería terminada, pues fueron otros los que la llevarían a cabo. En medio, una plaza oval con un pavimento decorado geométricamente, pero sin exceso alguno. Frente a la rampa que permite subir al Capitolio, el palacio Senatorio (hoy sede del Ayuntamiento de Roma) y a cada uno de los lados, cerrándose la alineación de cada edificio a medida que se aproximan a la rampa (como haría un siglo más tarde Bernini con la comumnata de San Pedro) el palacio Nuevo, así llamado porque sustituyó a otro que estaba medio arruinado, y el palacio de los Conservadores, hoy ambos edificios sede de los museos Capitolinos (las colecciones de escultura son quizá lo más notable).

Miguel Ángel dispuso una doble escalera adosada a cada uno de los zócalos del palacio Senatorio y dio dos plantas a cada uno de los edificios laterales, todos ellos del más puro estilo clásico, aunque a la postre el palacio Senatorio admitiría alguna decoración exterior que rompe con la pureza de líneas y nos habla del tránsito que se estaba produciendo en el gusto arquitectónico de las clases cultas y pudientes. Una copia en bronce de la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio se encuentra en el centro de la plaza, y otras estatuas la embellecen. Lo que predomina es la diafanidad, no solo por la atmósfera mediterránea romana, sino por el sutil cromatismo rosa y gris de las construcciones y el pavimento. Dando la espalda al palacio Senatorio se extiende Roma, la eterna, el centro del mundo, la gran cloaca...



1 comentario:

  1. Magnífico post, muy evocador. Es plaza es una maravilla. En cuanto a Paulo III, no creo que haya duda sobre la influencia de Alejandro VI en su promoción: de hecho, lo nombró cardenal al mismo tiempo que a su hijo César, cuando ambos tendrían unos 14 años, más o menos... Un cordial saludo y felices fiestas.

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