viernes, 9 de diciembre de 2011

Los persas toman Samos


El noble Otanes dispuso las tropas para la expedición de Samos cuando la isla estaba gobernada por Menandrio, hijo a su vez de otro Menandrio, a quien Polícrates había dejado como regente en su asencia. Este Polícrates, tirano de Samos, había llegado al poder en alianza con sus dos hermanos, pero una vez seguro, mandó a matar a uno y exilió a Persia al otro, Silosonte. Después de esto en la propia Samos las cosas no estaban tranquilas: previendo Menandrio que no había de faltar alguno que pretendiera alzarse con el mando en el caso de que él lo dejase, abandonó la idea que tenía de dejar el poder, de forma que se retiró a la ciudadela de la isla y fue llamando a cada uno de sus vasallos para darles cuenta de ciertas cosas, sobre todo del estado de la economía; pero una vez que dichos vasallos se confiaban e iban a presencia de Menandrio, éste ordenaba que los encerrasen en prisión.

Entonces Menandrio cayó enfermo y Licareto, su hermano, creyendo que la muerte de aquel estaba cerca, mandó se matase a los presos. Es entonces cuando los persas llevaron consigo a Silosonte, camino de Samos, escapando las tropas de Menandrio presas del pánico. Otanes decidió entonces firmar un tratado y los persas se hicieron dueños de la ciudadela. Estos no solo se entregaron al saqueo de la isla de Samos, sino "que la barrían como con red, envolviendo a todos sus vecinos y pasándolos a cuchillo, sin perdonar a ninguno la vida. Así vengados, entregaron a Silosonte la isla vacía y desierta, aunque el mismo general Otanes la volvió a poblar algún tiempo después, movido, así de una visión que tuvo en sueños, como por motivo de cierta enfermedad vergonzosa que padeció" (según cuenta Heródoto).

Los hechos ocurrieron en la segunda mitad del siglo VI y los persas se preparaban para el ataque al corazón de Grecia, pero la caída de Samos y de Polícrates causó gran sensación en todo el mundo griego, y hay quien asegura que estó hizo se tuviese desde entondes a los persas como los grandes enemigos de los griegos, una conciencia que no terminará hasta dos siglos más tarde.

 (Naves persas)

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