sábado, 3 de diciembre de 2011

Se acaba el reino de Judá

Un pequeño reino entre Gaza y el mar Muerto, en cuyo extremo norte estaba Jerusalén, va a terminar sus días a comienzos del siglo VI antes de Cristo. Sometido al imperio babilonio en la última etapa de esplendor de este, los habitantes de Judá se rebelaron contra él, por lo que el rey Nabucodonosor II decició aplastarlos en el año 589 antes de Cristo. 

Habían sido conquistados una y otra vez y ahora fueron llevados cautivos a Babilonia, mientras el ejército de este imperio destruye el templo de Salomón. Empieza entonces un viaje de varios miles de kilómetros al norte del desierto sirio, mientras los judíos recordaban Sión. Cuando la comunidad judía reside en Babilonia no se integra -o lo hace solo en parte- en la sociedad caldea, sino que sigue manteniendo sus señas de identidad culturales, sus creencias religiosas, en primer lugar su monoteísmo. Entonces comienzan algunos escribas a redactar un libro que se hará famoso y que solo en parte es una fuente histórica, es decir, muchos de los relatos son fantasías, alegorías, visiones más o menos poéticas o épicas de los antepasados judíos. 

Los escribas se remontan a un personaje que habría nacido en Ur, en la baja Mesopotamia, al que llamaron Abraham, sin que podamos asegurar que sea histórico. Este personaje, que se va a convertir en mítico para las tres religiones monoteístas más importantes (judaísmo, cristianismo e islam) será el primero -según la tradición- que considerará la existencia de un solo dios. Por ello Dios le concede una tierra en Canaán para sus seguidores. Es precisamente aquí donde los escribas relatan el episodio del sacrificio del hijo de Abraham, Isaac, que no se llevará a cabo y que ha sido objeto de repressentaciones iconográficas a lo largo de la historia. 

En el siglo XIII a. de C. otro personaje, coetáneo del rey Ramsés II de Egipto, sería el encargado de salvar a los judíos del Nilo y llevarlos a Canaán de nuevo. El origen de los judíos en Egipto está en su asentamiento allí hacía tiempo a partir de una hambruna que asoló a Palestina. Moisés es uno de los descendientes de esas familias que, en número más o menos grande, huyeron a Egipto. Y tendrá que huir de allí por haber dado muerte a un egipcio que maltrataba a un judío. Entonces los escribas vuelven a otra visión fantástica: Moisés vio en una ocasión un arbusto ardiendo, pero este no se consumía. La voz de Dios salió del arbusto y le encargó que sacase a los judíos de Egipto, a lo que Moisés sería reticente, pues no era persona notable. Dios le prometió su ayuda y Moisés regresó a Egipto. 

¿Como consiguió Moisés convencer al rey de reyes de que debía dejar marchar a los judíos? Moisés recibió poderes de Dios para lanzar sobre los egipcios diez plagas, de las que se salvarían los judíos porque él les había dado la consigna de que manchasen con sangre las puertas de sus casas. El resultado fue que los judíos de Egipto pudieron empezar el regreso a Canaán en lo que la Biblia hebrea llama el Éxodo. Ninguna prueba documental, que no sea la propia Biblia, ninguna prueba arqueológica, demuestran que tal éxodo se hubise dado, pero era la forma que los escribas tenían de explicar a sus contemporáneos que el pueblo judío era el elegido por Dios y que ante cualquier trance, como en Babilonia y ahora en Egipto, saldrían adelante. 

Cuando la Bibliia se redacta entre los siglos VI y V antes de Cristo todos los hechos que relata se habrían producido tiempo antes, pero lo cierto es que muchos no pueden ser tomados por ciertos, ya por fantásticos ya porque no existen pruebas arqueológicas que los avalen. Otros sí, pues se nos dan detalles del Egipto del siglo XIII a. de C., de la geografía del Sinaí, de Canaán y del Nilo.

(Ruinas de Babilonia)

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