martes, 6 de diciembre de 2011

Terras de Basto

(Jardín en la casa Gandarela)

 La Terra de Basto es la transición interior desde Minho a la región portuguesa de Tras-os-Montes. Es una zona montañosa, pero no abrupta, recorrida por pequeños ríos que desaguan en el Támega. Entre las sierras de Cabreira, Barroso y Alvâo, en julio de 1912 se dio una corta rebelión realista, una vez que se había establecido la República portuguesa. Como a veces en España, el caudillo fue un sacerdote, Padre Domingos, "tipo de guerrilleiro tonsurado" al decir de algún erudito portugués. 

En estas tierras podemos ver el "Castelo dos Mouros" o castillo de Celorico de Basto que, según Ilídio de Araújo, en el siglo XVI ya existían algunas casas aledañas a lo largo del camino que pasa cerca del castillo. En varios lugares, los Jardines de Basto, que se encuentra como símbolo de poder en algunas casas señoriales: do Campo, en Molares; do Prado, en Britelo; de Pielas, en Painzela; da Boavista, en Veade; da Igreja, e Mondin; da Gandarela, en San Clemente... Es consecuencia de la influencia inglesa, una tradición de "esculturas verdes" que en esta región se ha renovado con el tiempo.
 (Plaza de la República e iglesia de Celorico)

Entre Fafe y Cabeceiras de Basto puede verse la Casa da Gandarela, que se encuentra en la carretera; edificio del siglo XVIII es, sin embargo, sencilla. El jardín está decorado con pirámides y motivos barrocos, en medio de olor a flores. Cerca de Cabeceiras de Basto está el puente medieval sobre el Riodouro, afluente del Támega, y en la villa, la plaza de la República, límpida, espaciosa, con la iglesia barroca frente a la arboleda. Iglesia y plaza formaban parte de un monasterio, el de Refojos, que aún se conserva. Lo más destacado, a mi parecer, es el claustro restaurado.

En Celorico de Basto tienen a gala el busto de Joâo Pinto Ribeiro, uno de los opositores a la monarquía española y favorable a la entronización de la dinastía de Bragança en el siglo XVII. En lo alto está un modesto castillo y, cerca de Amarante, se abren paisajes que riega el Támega, humanos, con cultivos y masas forestales.

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