viernes, 6 de abril de 2012

Los jonios se levantan

En el tránsito del siglo VI al V antes de Cristo algunas ciudades jonias, hartas del hostigamiento persa, se levantan contra el sátrapa de Sardes: Histieo era entonces señor de Mileto, y para levantar a las ciudades jonias tuvo que huir de Sardes, donde se encontraba. Para ello venció ciertas reticencias, por ejemplo de los habitantes de Quio, que no obstante luego confiaron en él. Para la sublevación contaba Histieo con algunos persas no favorecidos por el régimen aqueménida, pero un emisario que envió a Sardes, Hermippo, le traicionó contando a las autoridades el complot. 

Vemos pues que hubo traiciones por ambas partes. No es correcta una interpretación de la hostilidad entre griegos y persas de forma nítida. Muy al contario; habrá griegos colaborando con los persas y al revés, aunque en éste caso, por tratarse de la parte más poderosa, en menor grado. 

Los de Quio, que primero pelearon duro, luego tuvieron que huir, por lo que en el levantamiento jonio ni hubo coordinación general, ni todas las ciudades e islas griegas estuvieron en las mismas condiciones de hacer frente a los persas. Por ejemplo, los samios abandonaron, animando con ello a hacer lo mismo a los lesbios y a algunas ciudades jonias. En efecto, los samios prefirieron plegarse a los persas y los jonios desistieron por la dureza de la resistencia. Mientras tanto aún había quien confiaba en librarse del imperio oriental: el focense Dionisio -cuenta Heródoto- arengó a su población en favor de la resistencia. Por su parte los generales persas intentaron ganarse a los señores jonios agraviados por el milesio Aristágoras para que sus poblaciones no ofrecieran resistencia a Persia contra Mileto, el verdadero objetivo del imperio. 

Cuando cayó Mileto con ella cayó Caria en poder persa. Los samios se habían opuesto a esta solución, pero como no habían ofrecido la resistencia suficiente sus templos no fuern incendiados por el ejército aqueménida. 

"Aquella misma armada, habiendo dejado la Jonia, fue sujetando todas las plazas que caen a la izquierda del que va navegando por el Helesponto, pues las que están a mano derecha en el continente habían ya sido rendidas por los persas -dice Heródoto-. En dicha costa del Helesponto, que pertenece a la Europa, se halla el Quersoneso, en que se cuentan bastantes ciudades; se halla la ciudad de Perinto; se hallan los fuertes de la Tracia, como también las ciudades de Salibria y de Bizancio..." (1).

Una calle de la antigua Mileto
Una prueba más de que la divisoria entre persas y griegos (en éste caso jonios) no es correcta, la aporta el mismo Herótodo: "Los persas no hicieron aquel año otra hostilidad ni violencia en castigo de los jonios, antes tomaron acerca de ellos unas providencias muy útiles y humanas [habla un griego que no debe nada a los persas porque es muy posterior a los hechos], pues aquel año fue cuando Artafernes, virrey de Sardes, convocando a los diputados de las ciudades de la Jonia, les obligó a que hiciesen entre ellos sus estatutos y tratados a fin de ajustar en juicio las diferencias mutuas y no valerse en adelante del derecho de las armas unos contra otros pasándolo todo a sangre y fuego". Dice Heródoto a continuación que el acuerdo a que llegaron las ciudades jonias "se ha matenido hasta mis días en aquella regulación de Artafernes...".
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(1) Libro VI de las "Historias", Erato. 

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