jueves, 17 de mayo de 2012

Masacre en Anguieiro

Cuanto más se empeña la derecha en querer tapar los crímenes que se cometieron durante la guerra civil española de 1936, más interés tengo yo en recordarlos. No por un afán morboso o justiciero (a buenas horas mangas verdes), sino por la solidaridad que creo debemos a las familias de aquellas víctimas y a ellas mismas, aunque ya no estén con nosotros.
Hace 76 años, en el mes de agosto, había empezado una guerra entre españoles (en realidad entre una España democrática y otra que no lo era) y en el lugar de Anguieiro, en el monte Magdalena, límite entre los municipios de Bueu y Cangas (Pontevedra) eran tiroteados once hombres (algunos aún adolescentes) víctimas del odio y la barbarie. Secundino Ruibal, Antonio Ferreiro, Eugenio Bastos, Antonio Blanco, Guillermo Fernández, Estanislao Ferreiro, Daniel Gonález, Alejandro Martínez, José Nores, Normandino Núñez y José Martínez fueron tiroteados en la madrudaga del 28 de agosto de 1936. Unos eran canteros, otros mecánicos, uno de ellos albañil y todos ellos obreros que vivían gracias a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. 
Algunos de los cuerpos que yacieron durante semanas fueron encontrados en el mes de octubre próximo, pero otros son buscados todavía por sus familiares y muchas personas de bien en Cangas y en Bueu. Algunas de las víctimas fueron arrancadas de las casas de sus padres, que vieron cómo se los llevaban, seguramente adivinando el trágico destino. No fueron acusados de nada; no fueron juzgados; solo fueron asesinados vilmente por quienes no querían ver a socialistas y anarquistas viviendo libremente en su pueblo.
Quiero honrar aquí, modestamente, a las víctimas inocentes de la barbarie, de la injusticia, de los militares y guardias, miserables que se alzaron contra la democracia de los españoles. Quiero contribuir, humildemente, a que no se pierda la memoria de personas como las que aquí he citado, que no son las únicas, pero que son un símbolo del horror que nuestro país padeció. Quiero contribuir a poner en la categoría moral que les corresponde a aquellos jóvenes hombres, llenos de vida, a los que se les segó la misma por el deseo inmisericorde de hacer de España un país tiránico.

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