lunes, 19 de noviembre de 2012

La estética de Eugene Laermans

"Los tocadores" (1914)
Al oeste de la ciudad de Bruselas, formando parte de su conurbación, se encuentra Molenbeek, una ciudad que vivió, en el siglo XIX, el proceso industrializador repetido en otras muchas partes de Europa. Cuando Eugene Laermans vivía en esta pequeña ciudad todavía se internaban entre las barriadas los prados y los árboles escuálidos. Pero pronto empezó a crecer como consecuencia de la inmigración que llevó a este lugar franceses, italianos, turcos, griegos, irlandeses, españoles... El sordo desde niño y casi mudo como consecuencia de una enfermedad, vio aquellas gentes despistadas y miserables, maltradadas por un mundo que se abría paso sin pedir permiso a nadie, obediente solo al beneficio de unos pocos. 

Pero al mismo tiempo Laermans vivía la influencia de una estética decadente y revoltosa: la del poeta Baudelaire, la de los pintores simbolistas, la de los realistas Meunier y Courbet. En medio de todo Laermans creó su propio mundo pictórico, su propia visión de la realidad vivida y pensada: casi siempre con personajes apesadumbrados, humildes, sometidos por la vida, callados, que caminan sin brío, pesadamente, en medio de atmósferas brillantes pero no reales. Las casas parecen interpretadas ingenuamente, las aguas son cristalinas, los cielos tormentosos o amenazantes.

"Los emigrantes"
Fue un pintor, ante todo, llamado por la sensibilidad social, que supo plasmar con una técnica muy personal, con una estética no repetida facilmente, a esa masa de hombres y mujeres que vagan por la vida, que sufren, que están olvidados, que están solos aunque vivan en compañía. La industria hacía sus estragos, el campesinado quedaba medio olvidado, los mendigos poblaban los suburbios, los hombres no hablan entre sí. En sus cuadros se plasman estas características que sugieren mucho, que son lecciones dichas con pocas palabras, con una pincelada brillante o apagada, pero siempre certera en su mensaje. 

Más de una decada, la última de su vida, estuvo Laermans apartado de todo, como si la época que le tocó vivir hubiese hecho mella en él, como si su prematura sordera le invitase a retirarse antes de tiempo, como si la guerra que se acercaba le anunciase las más negras noticias. Al fin, no habría salvación para aquellas masas de emigrantes, de mendigos, de mujeres y hombres desaparrapados. Cuando la II guerra mundial no había hecho sino empezar, moría nuestro artista en 1940.

Véase el cuadro "El borracho", obra de 1898 que se encuentra en el Museo Dhondt-Dhaenens, en Deurle. "Los tocadores" se encuentra en el Museo Real de Bellas Artes de Bélgica, en Bruselas.

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