miércoles, 3 de abril de 2013

Un retablo en Arteixo

Muerte de la virgen María, de José Ferreiro
Seguramente muchas de las tallas que se atribuyen a José Ferreiro en las iglesias de Galicia no son de él (su obra es muy irregular) pero la que tenemos aquí si lo es y muestra el gusto que existía en el país, en materia de escultura religiosa, durante el siglo XVIII. Nacido en Noia en 1738, las ideas ilustradas no habían hecho más que empezar de la mano de Feijóo, pero Ferreiro tuvo la fortuna de que su padre fuese ecultor (sin fama) y ello le llevó a elegir esta profesión.

Instalado todavía niño en Santiago de Compostela, trabajó en el taller de José Gambino, unos veinte años mayor que él pero muy "reputado", como ya se le conocía en la época. La imaginería estaba en un momento de gran aceptación popular, dando ocasión a un barroco compostelano que se va a prolongar hasta el siglo XIX (véase http://josegambino.com/). Según Otero Túñez -a quien cita López Vázquez- la entrada de Ferreiro en el taller de Gambino le hará evolucionar hacia un "mayor sentido plástico". El ejemplo de la "muerte de la virgen María" es una muestra evidente de esto: el movimiento de las vestiduras, la delicadeza de los pliegues, el detalle de los rostos, las diversas actitudes, la tendencia a un realismo no exento de teatralidad...

Ahora el Ayuntamiento de Arteixo (A Coruña) ha empezado a considerar la posibilidad de restaurar el retablo del que forma parte esta obra, en la iglesia parroquial de Santa María de Loureda. En el proyecto parece encontrarse el Decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad compostelana, Juan Monterroso. Por su parte el profesor de la Escuela de Arquitectura de A Coruña, José Ramón Saraluce, ha publicado un libro sobre la arquitectura románica del municipio.

La obra de José Ferreiro, que inlcuye un retablo en la iglesia de San Julián de Samos (monasterio), así como el "Cristo do Desencravo" en Santo Domingo de Bonaval (Santiago de Compostela), discurre desde la etapa en que trabaja con Gambino (Cristos en madera) hasta las obras de influencia italiana (Santa Escolástica en San Martín Pinario, Santiago) y, ya a finales del siglo XVIII, los retablos como el de San Miguel de Castro (A Estrada, Pontevedra) o el "San Bernardo" de San Martín Pinario. Luego se retiraría, ya en el siglo XIX, a Hermisende, en el extremo noroccidental de la provincia de Zamora y muy cerca de la frontera portuguesa, en la comarca de la alta Sanabria, donde todavía se conservan formas dialectales en el habla de sus habitantes que revelan la antigua pertenencia de estas tierras al vecino Portugal, así como la influencia del gallego más oriental. 

Las visiones celestiales, el rico colorido de las policromías, el dramatismo de las escenas, características de la obra de José Ferreiro, se apagaron aquí, pero su legado se extiende por muchos puntos de la geografía gallega, y es curioso que desde su Noia natal, pasando por Arteixo (en el extremo noroccidental de Galicia) y Hermisende, se forma un espacio que abarca a lo más amplio de Galicia.

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