martes, 6 de mayo de 2014

El papa Conti

Palacio de los papas en Anagni
Lotario Conti pertenecía a una familia noble, lo que sin duda le ayudó a ser papa cuando el siglo XII acababa. Aunque era italiano estudió en París y luego en Italia. Al comenzar su pontificado concedió indulgencias a todos los que e casasen con prostitutas y las apartasen de su género de vida, según H. Jedin.

La decadencia moral del clero no era mayor que la que existía en toda la sociedad, donde la avaricia era practicada por unos y por otros. El celibato era poco observado entre grandes sectores del clero alto y bajo y, para España, ha comprobado H. Winterer que solo a partir del IV concilio de Letrán (1215) se inició una viva reacción contra la conducta inmoral de los clérigos.


En el siglo XII se centralizó mucho la administración y la jurisprudencia en la curia, sobre todo a partir de Inocencio III, el papa Conti, que reordenó varios obispados, entre otros los de Compostela y Braga, mientras que el combate contra los cátaros pretendió hacerlo con sus mismas armas: predicación y vida sencilla.


En España el movimiento valdense, que había comenzado en Carcassonne, sur de Francia, está representado por Durando de Huesca, un clérigo que dejó escritos, según Grau Torras, como mínimo tres tratados contra lo que la Iglesia consideraba herejía en la época, concretamente contra el catarismo. Pero antes había sido valdense, un movimiento religioso caracterizado por la predicación, el estudio de la Biblia y la pobreza, denunciador, por lo tanto, de las desviaciones que habían hecho mella en la Iglesia católica, sobre todo en su jerarquía.


Quizá fue una muestra de la política llevada a cabo por Inocencio III, cuya política de acercamiento a los herejes convenció a algunos de estos para volver al catolicismo.


Al igual que en los primeros siglos del cristianismo, los de la plena Edad Media fueron agitadísimos en materia religiosa, pues no en vano el papado había comenzado un desprestigio que lo hundiría hasta la gran reforma religiosa del siglo XVI. Quizá el papa Inocencio III fue una excepción.

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