viernes, 21 de agosto de 2015

Los "casados de ultramar"


¿Que fue de aquellas mujeres que se quedaron en España mientras sus esposos viajaron a América para volver algún día o para no volver, como ha investigado Ana María Presta? (1). En su obra cita varios casos que ejemplifican la situación de esas mujeres (y sus maridos) en la larga ausencia del varón que ha viajado a las Indias. Uno de ellos es el de Inés Bernardina de la Barrera Ayala, vecina de Sevilla, casada con su primo Alonso Ortiz de Abreu, residente en la ciudad de La Plata. 

La fuente para esta investigadora son las copiosas cartas entre los cónyuges donde se mezcla el deseo de encontrarse pero, ante todo, disfrutar de una herencia que alguien les había dejado. Parece claro que la unión matrimonial estuvo más dirigida a conseguir la herencia que a dar satisfacción a unos amores no consumados. La autora ha podido ver la supeditación del consentimiento de los cónyuges a los imperativos del linaje, la fortuna como acicate y motivación de la unión, la invención del amor, la construcción subjetiva del otro... (son palabras suyas).

Todo este asunto comenzó en 1618 por voluntad de un tío de ambos, Diego de la Becerra, escribano de cámara de la Audiencia de Charcas que, casado, no había tenido hijos. Diego de la Barrera testó en el año citado y añadió una cláusula testamentaria por la que quedaban vinculados en mayorazgo su chacra (finca rural con vivienda y terreno para cultivo) y unos molinos situados en el río Pilcomayo (2), tierras de viñedo en Oroncota (3), Coromomo y Equico y estancias de ganado en los altos de Coachaca, todo en territorio de Chuquisaca; también casas y rancherías de indios, aperos y ganado. Los hermanos Alonso y Jerónimo Ortiz de Abreu (sobrinos del testador) serían los herederos y disfrutarían de esos bienes cuando cumpliesen venticinco años y ciertas condiciones, entre ellas casarse con las hijas de Rodrigo de la Barrera, hermano del testador. Si no hubiese tales hijas, con otras de su linaje y, a falta de estas, con hijas de personas nobles "que no sean moros ni judíos ni de los nuevamente convertidos...".

Años más tarde se produjo el casamiento de  Alonso Ortiz con Bernardina de la Barrera, hija de Rodrigo de la Barrera, "por palabras que hicieron verdadero matrimonio", pues él se encontraba en La Plata y ella en Sevilla. Las cartas que se intercambiaron los esposos estuvieron llenas de buenas intenciones, promesas de amor y demás frases al uso, pero con el pasar del tiempo todo ello quedó en segundo plano y lo que más abundaba en las cartas eran reclamos de dinero por la venta de los bienes del mayorazgo que, aunque ilegal, el marido en América consiguió cambiar por dinero.

Como los años pasaban y el matrimonio no se consumaba, pues mediaban muchas leguas entre Sevilla y América, la esposa empezó a mostrarse cada vez más ambiciosa, de forma que quiso ir a donde se encontraba su marido, en Charcas. No fue fácil, pues mujeres y niños no podían viajar a América si no era acompañadas de sus esposas o padres, pero entre familias poderosas casi no hay lo que no se pueda conseguir, de forma que a la postre Bernardina consiguió embarcar con su madre en dirección a América. Lo malo fue que falleció en el viaje, por lo que sería la suegra de Alonso la que tendría que hacer valer los derechos de su hija. Aquí empiezan una serie de pleitos, pues Alonso alega no hubo consumación del matrimonio y la suegra que el citado era esposo de su hija. Los tribunales dieron la razón a aprovechado Alonso, pues consideraron que no consumándose el matrimonio no cabe hablar de bienes gananciales. Es solo un ejemplo de los citados por la autora a la que sigo aquí.

En efecto, muchos hombres que viajaban a Indias no volvían al haber encontrado acomodo allí e incluso tenido descendencia. En otras ocasiones se trataba de fallecidos de los que nunca más se tuvo noticia, pero aún sobreviviendo, la lejanía hizo que muchos prefiriesen su nuevo destino, pleno de oportunidades de honor y riquezas que la vuelta a España. Parece que los hombres españoles aventajaban a las mujeres en América en una proporción de 8 a 2. Las mujeres que se quedaron en España no dejaron de reclamar que sus esposos regresasen, con fortuna o sin ella, pues peor estaban sin el soporte del marido. En un principio se había establecido que los hombres casados debían viajar a América con sus esposas, pero estso se olvidó pronto y entonces se dictaron reglamentaciones que fijaban el tiempo que un casado podía vivir en las colonias para luego regresar junto a su esposa.

Como los acuerdos y reglamentaciones se incumplían, surgieron solicitudes de búsqueda, incluso oficialmente, pues "de la falta de vida maridable surgían figuras como el adulterio, el concubinato, la barraganía o el delito más grave, el de bigamia, de parte de alguno o ambos cónyuges. También la estafa y el dolo se manifestaban en estas situaciones..." como acabamos de ver en el ejemplo de Alonso Ortiz.

Otro caso tuvo su origen en Corral de Almaguer, cerca de Aranjuez pero en la actual provincia de Toledo, al borde del río Riánsares antes de desembocar en el Cigüela, región dedicada sobre todo al viñedo. En 1565 María de Montealegre solicitó a las autoridades que mandasen regresar de América a su marido, Hernán Suárez, residente en La Plata, Charcas, quien se había marchado veinte años atrás, dejándola con hijos pequeños y en estado de necesidad. La mujer había pedido que su esposo la llevase a Charcas, pero este se había negado de una forma u otra y aquí empezaron engorrosos trámites que correspondieron a la mujer para demostrar su identidad, que era la esposa del ausente y "que la habían visto dormir con él en el mismo lecho". María dio poderes para que el rey proveyera lo necesario a fin de que su marido regresase.

Son otros los ejemplos que la autora explica sobre este fenómeno, que vienen a corroborar una vez más el grado de discriminiación en que vivió la mujer ante un hecho como el de la conquista y colonización de América, sin que en ello cupiesen distinciones entre mujeres de alta o baja cuna.

(1) "Estados alterados. Matrimonio y vida maridable en Charcas temprano-colonial".
(2) Nace en Bolivia y desemboca en el río Paraguay.
(3) Al sur de la actual Bolivia, cerca de Potosí.

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