lunes, 18 de julio de 2016

Régulo Martínez Sánchez: un cura demócrata y republicano


Pantano de Cazalegas (Toledo)

Nacido en 1895 en Cazalegas (Toledo) era el decimotercer hijo de una familia numerosísima. Cazalegas esta cerca de la sierra de San Vicente y de Talavera de la Reina, teniendo a finales del siglo XIX muy pocos vecinos.

Encaminado a la carrera eclesiástica, estudió en Toledo y fue destinado, en 1918, al pueblo de Centenera, provincia de Guadalajara, cruzada la población por el pequeño río Matayegüas. Allí fundó un sindicato católico agrario de acuerdo con la política que había emprendido la Iglesia desde el pontificado de León XIII, y que siguieron algunos de los obispos toledanos, particularmente Guisasola. Se empeñó en ayudar a los campesinos sin tierra contra los caciques y propietarios, que se opusieron a la labor social de Régulo Martínez.

Publicista republicano, ya en Madrid, de donde no quiso salir para un nuevo destino a pesar de la orden del nuevo obispo, cardenal Segura, se afilió al partido de Azaña, e incluso Gregorio Marañón contó con él y lo inscribió en la Agrupación de Intelectuales al Servicio de la República.

Con el levantamiento militar de 1936 fue partidario de que se entregaran armas al pueblo y propuso –consiguiendo que se llevase a cabo- la formación de Tribunales Populares para juzgar los casos de abusos por parte de republicanos contra la población conservadora. En Madrid participó en la movilización de la población para que la capital se defendiese de la embestida militar, pero se opuso al auge de los comunistas desde el momento en que se convirtieron el cauce para que la República recibiese ayuda de la Unión Soviética.

En 1939, convencido de que la guerra estaba perdida para la República, por indicación del coronel Casado, con el que colaboró, viajó a París para pedir ayuda. Allí se enteró de que Azaña acababa de dimitir como Presidente de la República siendo sustituido por Martínez Barrio. Regresó a Madrid dos días antes de que acabase la guerra, siendo entonces detenido por las nuevas autoridades. Condenado a muerte, pasó a la cárcel de las Comendadoras y luego a la de Porlier.

En 1941 le fue conmutada la pena y fue encarcelado en el castillo de Cuéllar y de allí a Carmona; más tarde a Alfaro y luego a Daroca. En 1944 fue puesto en libertad, sin duda por su condición de sacerdote, a la que nunca renunció, empezando una activa oposición al régimen del general Franco: con ugetistas y cenetistas participó en la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, a la que más tarde se unieron los comunistas. Esta Alianza se puso en contacto con la oposición monárquica e incluso con militares como Aranda y Beigbeder.

De nuevo detenido en 1944, fue encarcelado en Guadalajara y luego en Talavera de la Reina, hasta el año 1949 en que fue puesto en libertad condicional. No por ello dejó su labor de oposición al franquismo. En 1958 se creó Acción Republicana Democrática Española, donde se incluyó el sacerdote. Con el concilio Vaticano II se entusiasmó, simpatizando con los papas Juan XXIII y Pablo VI, y como se podía pensar que el final del régimen franquista estaba cerca en torno a 1970, incluso publicó dos libros: “Republicanos en el exilio, 1976 y “Republicanos de catacumbas”, escrito en 1977. El primero tuvo que ser escrito en vida de Franco.

Régulo Martínez, que tuvo una larga vida, pudo ver el comienzo de la transición a la democracia española, falleciendo en 1986. Su testimonio ha sido aprovechado por Miguel Ángel Dionisio Vivas para un estudio –de entre otros- sobre “la imagen del cura en la segunda República”. De este trabajo he tomado la información que aquí pongo.
  

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