lunes, 12 de septiembre de 2016

La colonia portuguesa de Sevilla



Desde que la monarquía hispánica incorporó Portugal y sus colonias a sus dominios, aumentó el número de portugueses que se asentaron en plazas españolas, particularmente en Sevilla y Madrid. Pero cuando se produjo la separación portuguesa a partir de 1640, que coincidió con la revuelta catalana y con la conjura nobiliaria en Andalucía, la presencia de muchos portugueses en Sevilla se convirtió en un problema: ¿habría intención por parte de la monarquía portuguesa, con sus aliados, de invasión, particularmente de la ciudad andaluza?

Santiago de Luxán Meléndez[1] ha estudiado este asunto aportando datos reveladores sobre la importancia en número de portugueses en Sevilla, facilitado por el hecho de estar bajo la misma monarquía durante sesenta años. ¿Y si la hipotética invasión portuguesa se une a la conspiración de Gaspar Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia, y Francisco Silvestre de Guzmán, marqués de Ayamonte en 1641? Algunas zonas de España –escribe Domínguez Ortiz- “fueron el punto de atracción de marinos vascos, casas castellanas, mercaderes genoveses y flamencos, franceses… desde aguadores y lacayos hasta el gran comercio, pilotos de Ragusa, portugueses, alemanes…”.

Durante toda la época moderna, pero centrándose sobre todo en Sevilla y en la coyuntura de 1640, el peso de la minoría lusitana llegó a ser el mayoritario entre la población extranjera. Muchos de esos portugueses eran conversos que vieron como la libertad para avecindarse en Sevilla y otras plazas, se tornaba en presiones, a partir de 1610, por las presiones del clero portugués. A partir de la llegada de Olivares al poder, pero sobre todo desde 1627, mejorarían de nuevo su condición y ello hace que la población portuguesa en Sevilla aumente aún más.

Por el contrario, una de las causas de la disminución de población en Portugal desde 1640 fue la emigración para la defensa de las factorías de Oriente y de África, el desarrollo de Brasil y la salida, por motivos religiosos y económicos, de muchos conversos en dirección a Francia, a los Países Bajos y a España. El aumento de población portuguesa en Castilla durante el reinado de Felipe IV no fue un hecho aislado –dice el autor citado. Fruto de la preocupación son los inventarios de portugueses realizados por la Inquisición de las Canarias en 1626. En el momento de la insurrección portuguesa de 1640 se puede calcular que en Sevilla había unos 2.000 negociantes portugueses y unos 4.000 en Madrid. Se adoptaron entonces medidas que afectaron a un vasto territorio, como la prohibición del comercio, especialmente la exportación de trigo y plata, que afectó mucho a la población portuguesa de Sevilla.

Un magistrado, Juan de Santalizes, juzgó a la altura de 1642 que la presencia de navíos franceses, portugueses y holandeses entre Cádiz y Sanlúcar no presagiaba nada bueno, relacionando esto con la conjura de una parte de la nobleza andaluza. Se temió una invasión portuguesa contando con la población lusa en Sevilla. Se ordenó entonces al clero que hiciese un censo donde se distinguiese entre naturales y extranjeros, considerando a estos últimos a los portugueses, franceses, vizcaínos, ingleses, flamencos, catalanes, genoveses y a los esclavos. Las provincias vascas tenían fronteras comerciales con el resto de España y Cataluña estaba levantada.

El objetivo de esta averiguación se confió a los párrocos y dio como resultado que la mayor parte de los portugueses sevillanos estaban casados y establecidos firmemente en la ciudad, lo que les hacía poco sospechosos de querer correr riesgos. Vivir en Sevilla y estar casado con una española no era lo mismo que ser soldado en presidios como los de Canarias, Madeira y Azores, pero incluso se llego a dudar de españoles casados con portuguesas: ¿no estarían muy vinculados a la familia de la mujer, que podría ser rica y por tanto con intereses contrarios a la monarquía española? El autor se fija en que, en la coyuntura de 1640, se restringe el concepto de natural a los de Castilla, contrariamente a lo ocurrido con anterioridad, que se extendió a los súbditos del imperio en Italia y Flandes.

El total de vecinos en Sevilla en 1642 era 31.214 y utilizando e coeficiente sugerido por Domínguez Ortiz de 4,7 se obtiene un total de habitantes de algo más de 146.000, pero aquí no está incluido el clero, que a buen seguro era numeroso. Los portugueses representaban el 12,19% de ese total y los esclavos el 2,5%, los cuales habían ido disminuyendo en relación a siglos anteriores. La población extranjera, y por lo tanto la portuguesa, se concentraba en las principales y más céntricas parroquias: de un total de 30, más del 5% se concentraba en seis. Lo importante aquí es constatar el papel que jugó Sevilla como centro de atracción de inmigrantes, sobre todo dedicados al comercio y la navegación, durante la Edad Moderna.








[1] “A Colónia Portuguesa de Sevilla. Uma Ameaça Entre a Restauraçâo Portuguesa e a Conjura de Medina Sidonia?”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario