jueves, 13 de octubre de 2016

Impactos en América desde hace 30000 años



¿Imaginamos a todo el continente americano sin un solo ser humano hace aproximadamente 30000 años? En realidad América se fue poblando de inmigrantes que llegaron en diversos momentos a partir de aquellos remotos tiempos. Su medio ambiente, sus paisajes, sufrieron desde entonces incontables cambios, apareciendo la especie homo sapiens muy tarde respecto de la formación del continente, hace quizá unos 150 millones de años.
                                    
Los primeros homo aprovecharían el estrecho de Bering procedentes del noreste de Asia durante una pausa interglaciar. A partir de entonces y durante miles de años fueron ocupando el continente desde Alaska hasta el extremo sur de la Patagonia. Así, según Eduardo Muscar[1], a quien sigo aquí, América fue encontrada dos veces sin planes preconcebidos, descontando las noticias sobre las incursiones de grupos del norte de Europa que fueron insignificantes en relación a las inmigraciones de hace 30000 años y a finales del siglo XV de nuestra era.

Los primeros seres humanos llegados a América se encontraron con un medio favorable para su supervivencia logrando un crecimiento demográfico espectacular. El paisaje gélido de Bering resultó ser fundamental para eliminar buena parte de los organismos patógenos existentes. Pocos de los gérmenes lograron filtrarse y el espacio americano se vio libre durante milenios de la mayor parte de las plagas y enfermedades que sufrieron euroasiáticos y africanos. Las diversas especies faunísticas sufrieron una caza desproporcionada y los cambios climáticos habidos habrían contribuido a la desaparición de especies mayores. Cuando se produjo la estabilización de los dominios étnicos, no se conocía cuadrúpedo mayor que un tapir o un camélido andino, lo que sorprendió a los conquistadores del siglo XVI, de forma que la fauna europea llevada ocupó los lugares vacíos.

La revolución neolítica fue temprana pero se desarrolló lentamente. Los metales, más tarde, solo se emplearon para la confección de objetos ornamentales y religiosos. Los factores ambientales impidieron la rápida adaptación de algunas especies, como el maíz, sobre todo por la variedad de suelos, mientras que la domesticación de animales fue corriente en los altiplanos, pero no en las llanuras. Hay autores que hablan de la antropización de los ecosistemas, con una inmensa variedad florística que, sin embargo, no fue muy explotada, hasta el punto de que cuando llega el hombre europeo encuentra casi intacta esta biodiversidad.

Los indígenas de los grupos más avanzados llegaron a un conocimiento cabal del recurso edáfico y utilizaron técnicas de cultivo y regadío sorprendentes, con unas producciones que evitaron errores ecológicos. Sobre todo en los Andes, que durante veinte milenios el hombre fue adquiriendo conciencia de las limitaciones de su medio. El desarrollo de técnicas para resolver la escasez de suelos aptos para la agricultura, para hacer frente al manejo del agua, escaso o excesivo (acueductos, reservorios, canales, etc.) fabricación de útiles de labranza, aprovechamiento de la diversidad mediante el control de los pisos ecológicos, dio una gran variedad de cultivos. Las técnicas utilizadas por los incas aún subsisten, como el sistema de andenerías (escalones, “socalcos” en Galicia) que permitían evitar la erosión eólica e hídrica de la tierra, controlaban las aguas de riego y protegían los cultivos de las heladas.

Esto permitió la concentración de altas densidades de población, que también se dio en las regiones de la civilización maya. En México y Centroamérica se dieron los campos elevados o camellones (waru-waru): canales conectados a más bajo nivel que los cultivos. Pero también se dieron prácticas inadecuadas: deforestación y erosión en las áreas de piedemonte que provocaron rápidos descensos de civilizaciones, como la teotihuacana, iniciada en el siglo VII.

Las mortandades de tipo epidémico se dieron más por escaseces alimentarias y malas cosechas que por enfermedades; no se produjeron los contagios por la inexistencia de animales domesticados, que más tarde transmitieron a los hombres enfermedades infectocontagiosas. Los espacios más impactados ecológicamente, como es lógico, fueron los más densamente poblados: los incas llegaron a practicar la caza hasta la llanura chaqueña; sin embargo las tribus nómadas tan solo extraían lo necesario para sobrevivir.

Con la llegada de españoles y portugueses América empieza a sufrir cambios intensos y gravísimos impactos bioculturales. Algunas semillas llevadas a América permitieron el desarrollo de malas hierbas, además de los roedores portadores de gérmenes patógenos. Nuevas especies introducidas propiciaron plagas y malezas que perturbaron el equilibrio anterior. Pero el encuentro euroamericano propició algunas de las más fabulosas explosiones demográficas que haya conocido la historia natural, no obstante el vertiginoso descenso en algunas regiones, sobre todo allí donde los indígenas tenían bajas inmunológicas, por los trabajos forzosos, por el empeoramiento de la dieta… En el área antillana esto fue claro, dándose una extinción total del indígena, todo lo contrario que en la región del Río de la Plata.

Hacia 1518 la primera calamidad llega a la Española con la viruela, de allí pasó a México y Guatemala, más tarde en el mundo incaico. Se calcula que la viruela afectó a más de un tercio de la población indígena durante la conquista. También el sarampión entre 1530-1531; en 1546 una enfermedad parecida al tifus continúa con el genocidio natural; hacia 1558 una gripe hizo estragos y entre 1544 y 1545 los rebaños de llamas del Perú fueron disminuidos drásticamente por una epizootia.

El impacto social tuvo mayor dimensión por la extensión de la encomienda y la desintegración de muchas comunidades. Sin embargo hubo una explosión de la fauna y de la flora transferidas por los europeos. El germoplasma se encuentra todavía en una gran cantidad de productos de América, por ejemplo los vacunos encontraron especies forrajeras que les permitió multiplicarse hasta el punto de escapar al control humano. La ganadería colonizó espacios enormes (Tejas, llanos colombo-venezolanos, llanura pampeana). El precio del vacuno decayó  y solo se aprovechaba el cuero y el sebo, dejando el resto para las aves de rapiña. En la región andina, tanto vacunos como ovinos desplazaron a los camélidos nativos a las zonas de mayor altitud. No menos espectacular fue la explosión equina y más aún la porcina, lo que en ciertas zonas se pudo considerar una plaga. El bovino tuvo en algunas zonas una declinación por el agotamiento de los recursos naturales (México y Centroamérica a partir de 1570) el sobrepastoreo y la posterior erosión de los suelos.

Las plantas europeas y africanas marcaron severos impactos produciéndose una verdadera invasión de ruderales[2] y malezas. Gran parte de la flora de muchos países, como Argentina y Chile es europea: un ejemplo de los intrusos es el cardo de Castilla. Muchas especies causaron un verdadero impacto en la flora americana, pero el intercambio entre los dos mundos marca una clara disimetría: la biomasa de organismos provenientes del viejo mundo se americanizaron sin problemas mucho más que lo hicieron las especies americanas en Europa.

Los conquistadores y colonizadores, en realidad, ocuparon un espacio escaso en términos relativos. La colonización se orientó al abastecimiento del mercado europeo con metales preciosos y productos tropicales. Algunos núcleos fueron Potosí, Zacatecas y Guanajuato. El gran auge minero agotó en el primer medio siglo de colonización los yacimientos menores, aunque prosiguieron los más importantes. También aparecieron en la costa atlántica y pacífica plantaciones de azúcar y tabaco.

Algunas economías –dice el autor al que sigo- se transformaron en “portátiles”, como sucedió en Brasil con el oro, los diamantes en Minas Gerais, que provocaron un gran impacto social y espacial. Las haciendas y plantaciones para la ganadería y la agricultura supusieron una clara deforestación, pero no como para ser consideradas catastróficas. Aquellas haciendas son el germen de los latifundios actuales, mientras que las plantaciones fueron especializándose para un mercado lejano. La deforestación, no obstante, provocó inundaciones ya en el siglo XVII, por lo que llegó a prohibirse el cultivo de laderas por el incremento de la escorrentía local que provocaba.

Las ciudades, por su parte, aunque fueron el núcleo de la colonización española, apenas representaron impacto ambiental en la inmensidad continental, desconectadas casi siempre. Finalizada la colonización, el impacto sobre los grupos humanos dio el mestizaje, que es el componente principal de la población iberoamericana.

[1] “El Nuevo Mundo, dos encuentros, principales impactos: Períodos precolombino y colonial”.
[2] Plantas aparecidas por la acción del ser humano en los bordes de caminos, etc.

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